sábado, 3 de septiembre de 2011

Con el alquimista en su cubil

Para cuando descendí del bondi, mi corazón latía de manera estrepitosa. Y no era para menos. Estaba a minutos de debutar como entrevistador, y nada más, que con Francisco Solano Lopez, co-creador de El Eternauta y otras historias maravillosas que me había volado la cabeza desde chico. La idea surgío cuando en el ultimo año de Periodismo nos encargaron la realización de una revista. Mi grupo opto por una temática cultural, artística. Fue entonces cuando se me vino a la cabeza la imagen de Juan Salvo, y enseguida el de Solano. Lo llame esa misma tarde. Del otro lado me respondió una voz gastada, pausada. Pactamos la entrevista para un lunes, en su estudio de Barrancas de Belgrano, a las siete y media de la tarde. Allí me encontraba esa tarde, luego de pasear en bondi por toda la ciudad durante una hora, con el corazón taladrandome el pecho. Tenía entonces 20 años y mucha mas inocencia que hoy en día. Como faltaban 15 minutos para la hora pactada, decidí dar una vuelta. Al pasar frente un puesto de revistas, un Eternauta de papel me clavó su intensa mirada, la mirada de los ojos abismo...Volví hacia la dirección indicada y toqué timbre. A través del cristal de la puerta divisé la inconfundible figura de Solano venir, sonriente, con la llave en la mano. Ahora sí, mi corazón estaba a punto de salir por mi boca. Nos saludamos con un apretón de manos (acompañado por un "maestro" que deje escapar casi inconscientemente) e ingresamos a su estudio.
¿Cómo describir ese lugar?. Revistas desparramadas por todos lados, dos enormes bibliotecas y en el fondo, el tablero de dibujo con su infaltable lámpara Luxo. Me encontraba en un mundo mágico, un mundo de ensueño. Era allí donde se fabricaba todo ese magnifico arte. Solano pasó su mano por su cabello atizado, y luego de acomodarse sus gruesos lentes de lectura se dejó reposar sobre el respaldo de la comoda silla de madera. De espaldas a una pila de bocetos en lapiz y tinta, y enfrentado a una estantería llena de historietas que llevan su firma. Calmo, paciente, sereno. Hacia honor al titulo que le adjudicaron sus pares: Maestro de la historieta
Hablamos como dos amigos que se conocen de toda la vida. Me confesó su admiracion por los nuevos talentos, los nuevos estilos: su amistad con Breccia; su predilección por el erotismo y hasta que una vez contrató a una modelo para que posara y terminaron en la cama (historia poco veráz teniendo en cuenta sus setenta y tantos años, y su condición física). Me enseño artbooks dificiles de conseguir en el país de Manara, Muñoz, y varias ediciones de sus obras traducidas al alemán. Llene la cinta de dos casettes con sus historias y anécdotas. Antes de que la entrevista concluya, me tomé el atrevimiento de abrir mi carpeta y enseñarle mis precarios dibujos. Fue una osadia digna de un pendejo, aún cuando le estaba mostrando mi trabajo sabía que era una estupidez. Para mi asombro, Solano indago la carpeta con una intriga notable. Miró hoja por hoja hasta que se detuvo en un dibujo. Lo estudió detenidamente uno segundos y dijo: "este esta muy bien". Mi ego no cabía por la puerta.
Antes de irme me dibujó un Juan Salvo a lápiz (luego de dibujar 12 horas) y me lo regalo, como disculpandose. La entrevista concluyó cerca de la medianoche. Nos dimos un apreton de manos y rumbee hacia la parada del bondi, mientras caminaba sobre nubes, al son del canto de pájaros alegres.
Un año despues, colaborando para un diario local, tuve la oportunidad de cubrir una charla que daba en Showcenter. Cuando lo venir lo increpé con la mano extendida y le dije: "Como esta, maestro? Cuando salga la revista le envío unos numeros". El me miró sonriente y me contesto: "Que bueno, ¿cúal revista?, ¿de que lugar nos conocemos? Y escoltado por su edecan se encaminó hacía la mesa. En la última década nos vimos un par de veces en convenciones y ferias. Hace tres semanas que Solano ha dejado este mundo, dejando atras una prolífica produccion artística, personajes inolvidables y, sin saberlo, un momento único e imborrable en la mente de un jóven. Aquella noche conocí por primera vez a un artista de historietas, un dibujante profesional, un creador de mundos mágicos, eternos. Quizá aquella noche haya visto un espejo. Hoy, a la lejanía del tiempo y del espacio no puede deja de resonar una palabra en mi cabeza. Una palabra tan elocuente que resume todo lo que siento. Maestro, simplemente...¡Gracias!

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